“La pregunta es, ¿quién está promoviendo la ignorancia?
Leer varios periódicos es la única manera de saber lo poco serias que suelen ser las informaciones, condicionadas como están por la ideología, las fobias y prejuicios de los propietarios de los medios y de los periodistas y corresponsales. Todo el mundo reconoce la importancia central que tiene la prensa en una sociedad democrática, pero probablemente muy poca gente advierte que la objetividad informativa sólo existe en contadas ocasiones y que, la mayor parte de las veces, la información está lastrada de subjetivismo pues las convicciones políticas, religiosas, culturales, étnicas, etcétera, de los informadores suelen deformar sutilmente los hechos que describen hasta sumir al lector en una gran confusión, al extremo de que a veces parecería que noticiarios y periódicos han pasado a ser, también, como las novelas y los cuentos, expresiones de la ficción.
Nunca hemos tenido tantos medios de información a nuestro alcance, pero, paradójicamente, dudo que hayamos estado antes tan aturdidos y desorientados como lo estamos ahora sobre lo que debería hacerse, en nombre de la justicia, de la libertad, de los derechos humanos, en buena parte de las crisis y conflictos que aquejan a la humanidad. “Leer un buen periódico” ya no es, como cuando César Vallejo escribió ese verso, sentirse seguro, en un mundo estable y conocible, sino emprender una excursión en la que, a cada paso, se puede caer en “una jaula de todos los demonios”, como escribió otro poeta.
Una idea interesante desarrollada por Rolf Dobelli es que la acumulación de noticias informativas que nos llegan perjudican la salud.
Hacen que nos volvamos más temerosos y agresivos y disminuyen la creatividad y la capacidad de reflexión. Si deja de leer los periódicos por completo, se sentirá más feliz. Está demostrado.
Las noticias son al cerebro lo que el azúcar es al cuerpo. Son fáciles de tragar, y nos facilitan pequeños bocados de placer, no requieren ningún esfuerzo, pero nos acaban perjudicando. Aunque parezca que simplemente nos mantienen informados, las “noticias” nos llenan el cerebro de hechos que carecen de utilidad práctica o teórica alguna para nuestras vidas, que se escapan de nuestro ámbito de acción y que, a menudo, no nos conciernen en absoluto.
Por eso, y a diferencia de lo que ocurre al leer libros, podemos llegar a tragarnos una cantidad ilimitada de titulares, como si de caramelos multicolores para el alma se tratase.
Las noticias son tóxicas Fíjese en el siguiente ejemplo: un coche pasa sobre un puente y el puente se viene abajo. ¿Cómo abordará la prensa la noticia? Si el conductor sale con vida, puede estar seguro de que será el primero en tener la palabra en el telediario de las nueve. ¿Por qué? Porque es algo excitante para el espectador, el cual va a llegar a sentir todo tipo de emociones fuertes al escuchar el testimonio (adónde se dirigía el conductor, en qué estaba pensando, lo que sintió…), y también porque para el periodista es una información fácil, rápida y barata de producir. La información más útil que se habría podido extraer de lo sucedido sería la solidez del puente, su estructura y el riesgo de que algo semejante ocurriese en otro lugar. No obstante, eso es algo demasiado complicado de analizar y explicar en “las noticias”.
El peligro de la información que nos facilitan de ese modo es que falsea nuestra apreciación del riesgo. Por ejemplo, y por culpa del protagonismo que tienen unas u otras noticias en la prensa y los telediarios, se sobreestima el riesgo de morir en un atentado terrorista y, sin embargo, se subestima el de morir por estrés crónico. De igual forma se sobrestima la felicidad que crea el hecho de ser rico y se subestima la posibilidad de arruinarse la vida por elegir mal al cónyuge.
El abuso de noticias es realmente tóxico para nuestro cerebro, y el único modo de protegernos sería dejar de consumirlas por completo.
No es posible actuar de forma racional ante las imágenes emitidas en los medios de comunicación. Ver cómo se estrella un avión nos marcará tanto que no podremos evitar pensar en ello la próxima vez que nos subamos a uno, independientemente de cuál sea la probabilidad real de que algo así nos ocurra.
Las noticias son inútiles
“De entre las 10.000 noticias que haya leído o escuchado en los últimos doce meses, cite una que le haya ayudado a tomar una decisión más acertada con relación a su vida privada o profesional”, dice Rolf Dobelli.
Efectivamente, el consumo de noticias no tiene ninguna utilidad práctica. Mientras que nuestro cerebro necesita hacer un esfuerzo para asimilar las cosas que tienen alguna utilidad, sin embargo, no hace ningún esfuerzo para absorber algo que es simplemente “nuevo”.
Nos hacemos ilusiones al pensar que, por acumular un gran número de noticias en nuestro cerebro, llegaremos a entender el mundo mejor. Y ocurre lo contrario. Todo lo importante que debemos saber sobre la vida no está en las noticias, sino que surge lentamente de nuestras propias reflexiones.
Así es en el caso de la vida personal, pero también en el de la profesional. Si estar al corriente de las noticias fuese relevante para nuestra trayectoria profesional, los periodistas que elaboran esas noticias se encontrarían en la cima de la pirámide. Y no es el caso.
Y la razón es que las noticias no hacen que reflexionemos, ya que lo único que hacen es ayudar a consolidar nuestros prejuicios. Para reflexionar necesitamos concentración, lo que requiere que no nos interrumpan. Sin embargo, las noticias están especialmente diseñadas para interrumpirnos.
Si le interrumpen constantemente mientras está reflexionando, sus ideas permanecen en la memoria a corto plazo, sin ninguna posibilidad de que se integren en la memoria a largo plazo, que es precisamente donde se almacenan.
Tales interrupciones permanentes no ocurren solamente en los canales de información 24 horas, con sus incesantes titulares sobre todo y sobre nada al mismo tiempo. También los artículos de los sitios informativos de internet están hoy en día plagados de enlaces, de manera que mientras lee el texto, su atención se desvía del tema.
Investigadores canadienses han demostrado que por el simple hecho de que el texto contenga enlaces, el nivel de comprensión disminuye, pues su cerebro se ve constantemente distraído al tener que tomar la decisión de hacer o no hacer clic en ellos, lo cual provoca que se desvíe del tema.
Todo ello explicaría la impresión de perder la memoria y la capacidad de concentración, una sensación ampliamente extendida hoy en día entre las personas más jóvenes.
Las noticias envenenan el cuerpo
Las noticias activan de forma constante el sistema límbico del cerebro. Las catástrofes que se nos anuncian en los titulares todos los días liberan altas cantidades de glucocorticoides (cortisol). Esto altera el sistema inmunitario y reduce la producción de la hormona del crecimiento, que se encarga de regenerar el organismo. Las noticias pueden, por sí solas, someter a una persona con una vida (real) tranquila a una situación de estrés crónico.
Los altos niveles de glucocorticoides perjudican la digestión, reducen el crecimiento de las células de la piel, del pelo y de los huesos, aumentan el nerviosismo y hacen más proclive a las infecciones. Puede llegar a sentirse temeroso, agresivo y reducirse su campo de visión.
Las noticias funcionan como las drogas. De forma más o menos consciente, estamos al tanto de numerosos temas, desde el caso Bárcenas hasta la situación de Venezuela tras Hugo Chávez, pasando por los despidos colectivos y cierres de empresas que se producen cada día en estos tiempos. Y los medios de comunicación nos tientan constantemente para que queramos saber “qué pasará después”.
Los científicos antes pensaban que los cien mil millones de neuronas del cerebro estabilizaban sus conexiones en la edad adulta. Hoy en día sabemos que no es así. Las células rompen constantemente las conexiones viejas para crear nuevas. Cuanta más información consumimos, mayor es el número de circuitos neuronales dedicados a las tareas superficiales y menor es el número de los que se encargan de las reflexiones profundas. La mayoría de los consumidores de información, incluidos los que solían ser ávidos lectores, han perdido la capacidad de leer artículos extensos y libros. Tras unas cuatro o cinco páginas, se cansan, se aburren, su concentración desaparece, necesitan moverse… o directamente se duermen. La razón no es que hayan envejecido o que tengan cosas más importantes que hacer; es que la estructura física de su cerebro ya no es la misma.
La gente tiene que mirar más allá de la televisión o la prensa. Y ponderar si un líder habla de corazón y lucha por sus propias creencias o se limita a transmitir las ideas de otros.” Steven Spielberg (1946), cineasta estadounidense.
Reading several newspapers is the only way to know how little serious the information usually is, conditioned as it is by the ideology, phobias and prejudices of the owners of the media and of journalists and correspondents. Everyone recognizes the central importance of the press in a democratic society, but probably very few people realize that informational objectivity only exists on rare occasions and that, most of the time, information is weighed down by subjectivism because convictions Political, religious, cultural, ethnic, etc., of the informants tend to subtly distort the facts they describe until they throw the reader into great confusion, to the extent that sometimes it would seem that newscasts and newspapers have also become like novels and stories, expressions of fiction.
We have never had so many means of information at our fingertips, but, paradoxically, I doubt that we have ever been as stunned and disoriented as we are now about what should be done, in the name of justice, freedom, human rights, in a good part of the crises and conflicts that afflict humanity.
"Reading a good newspaper" is no longer, as when César Vallejo wrote that verse, feeling safe, in a stable and knowable world, but embarking on an excursion in which, at every step, one can fall into "a cage of all demons ”, as another poet wrote.
An interesting idea developed by Rolf Dobelli is that the accumulation of informative news that reaches us damages our health.
They make us more fearful and aggressive and decrease creativity and thinking skills. If you stop reading the newspapers completely, you will feel happier. Is demonstrated.
News is to the brain what sugar is to the body. They are easy to swallow, and they provide us with small bites of pleasure, they do not require any effort, but they end up hurting us. Although it may seem that they simply keep us informed, the "news" fills our brains with facts that have no practical or theoretical utility for our lives, that are beyond our scope of action and that often do not concern us at all.
For this reason, and unlike what happens when reading books, we can swallow an unlimited number of headlines, as if they were multi-colored candies for the soul.
The news is toxic
Take the following example: a car passes over a bridge and the bridge collapses. How will the press approach the news? If the driver makes it out alive, you can be sure that he will be the first to speak on the nine o'clock news. Why? Because it is something exciting for the viewer, who will feel all kinds of strong emotions when listening to the testimony (where the driver was going, what he was thinking, what he felt ...), and also because for the journalist it is a information easy, fast and cheap to produce. The most useful information that could have been gleaned from what happened would be the strength of the bridge, its structure, and the risk of something similar happening elsewhere. However, that is something too complicated to analyze and explain in "the news."
The danger of the information provided to us in this way is that it distorts our assessment of risk. For example, and because of the prominence that some news or other has in the press and the news, the risk of dying in a terrorist attack is overestimated and, however, the risk of dying from chronic stress is underestimated. In the same way, the happiness that being rich creates is overestimated and the possibility of ruining your life by choosing the wrong spouse is underestimated.
News abuse is really toxic to our brain, and the only way to protect ourselves would be to stop consuming it altogether.
It is not possible to act rationally in the face of images broadcast in the media. Seeing a plane crash will mark us so much that we can't help but think about it the next time we get on one, regardless of the real probability of something like this happening to us.
The news is useless
“Out of the 10,000 news items you have read or heard in the last twelve months, cite one that has helped you make a better decision regarding your private or professional life,” says Rolf Dobelli.
Indeed, the consumption of news has no practical use. While our brain needs to make an effort to assimilate things that have some use, yet it does not make any effort to absorb something that is simply "new."
We make ourselves illusions thinking that, by accumulating a large amount of news in our brain, we will come to understand the world better. And the opposite happens. Everything important to know about life is not in the news, but slowly emerges from our own reflections.
This is the case in personal life, but also in professional life. If keeping up with the news were relevant to our careers, the journalists who produce that news would be at the top of the pyramid. And it is not the case.
And the reason is that the news does not make us reflect, since all they do is help consolidate our prejudices. To reflect we need concentration, which requires that we not be interrupted. However, the news is specially designed to interrupt us.
If you are constantly interrupted while you are reflecting, your ideas remain in short-term memory, with no chance of their being integrated into long-term memory, which is precisely where they are stored.
Such permanent interruptions do not only occur in the 24-hour information channels, with their incessant headlines on everything and nothing at the same time. Nowadays, articles on informational sites on the Internet are also full of links, so that while reading the text, your attention is diverted from the subject.
Canadian researchers have shown that simply because the text contains links, the level of understanding decreases, as your brain is constantly distracted by having to make the decision to click or not click on them, which causes it to drift about the topic.
All this would explain the impression of losing memory and the ability to concentrate, a sensation that is widely spread today among younger people.
The news poisons the body
News constantly activates the limbic system of the brain. The catastrophes that make headlines to us every day release high amounts of glucocorticoids (cortisol). This alters the immune system and reduces the production of growth hormone, which is responsible for regenerating the body. The news alone can subject a person with a quiet (real) life to a situation of chronic stress.
High levels of glucocorticoids impair digestion, reduce the growth of skin, hair, and bone cells, increase nervousness, and make you more prone to infection. You may feel fearful, aggressive, and your field of vision narrow.
News works like drugs. More or less consciously, we are aware of numerous issues, from the Bárcenas case to the situation in Venezuela after Hugo Chávez, through the collective layoffs and company closures that occur every day in these times. And the media constantly tempt us to want to know "what will happen next."
Scientists previously thought that the 100 billion neurons in the brain stabilized their connections in adulthood. Today we know that this is not the case. Cells are constantly breaking old connections to create new ones. The more information we consume, the greater the number of neural circuits dedicated to superficial tasks and the fewer the number that are in charge of deep reflections. Most information consumers, including those who used to be avid readers, have lost the ability to read lengthy articles and books. After about four or five pages, they get tired, bored, their concentration disappears, they need to move ... or they just fall asleep. The reason is not that they have aged or that they have more important things to do; is that the physical structure of your brain is no longer the same.
People have to look beyond television or the press. And consider whether a leader speaks from the heart and fights for his own beliefs or is limited to transmitting the ideas of others. " Steven Spielberg (1946), American filmmaker.
Annita Belluncci ✨🦅❤️